¿Milagrosas?


Un año la Dukan, otro la de la alcachofa, antes fue la de Atkins y la última, la de este año, se llama Flash (la última dieta protéica de moda). Como si la alimentación fuera una moda, parece que hay que cambiar de dieta cada año, como el largo de la falda.

No importa que los especialistas en nutrición adviertan sobre los riesgos que las dietas milagro entrañan para la salud y de que no tienen ninguna base científica, porque eso parece no importar a cuantos se atreven a seguir este tipo de dietas una tras otra.  Una tras otra, sí, porque se vuelven adictos a las dietas cuando notan que no funcionan y que en cuanto las abandonan vuelven a recuperar el peso que perdieron. Y si una no funciona ¿cuál es la solución? ¿seguir a pies juntillas los consejos de su dietista? Noooooooooo, "vaya rollo, no me dejará comer nada de lo que me gusta", piensan. Así es que les parece que la solución es probar con otra dieta de moda, porque "la última que ha salido seguro que sí funciona".  

Cuántas veces habremos oído eso de "¿has probado la dieta...?es estupenda, esta funciona de verdad y además te enseña a comer". Siempre me ha hecho gracia eso de que una dieta milagro "enseña a comer", pero claro, a la hora de vender nos pueden decir cualquier cosa, porque, lo creamos o no, las dietas milagro no están creadas para mejorar la salud de nadie, sino para ganar dinero y los publicistas están para eso, para hacernos creer en las bondades de lo que nos venden. Y lo más gracioso de todo es que uno, hasta llega a creerse que está comiendo lo que quiere, aunque la dieta consista en alimentarse un día entero a base de pollo, de melocotones o de sopa de tomate.

El caso es que dietas milagro las hay para todos los gustos y que cualquier persona espabilada puede inventar una, ya que el único logro que persiguen es la pérdida de peso. Que sean más o menos agradables o  más o menos sanas, es lo de menos. Para muestra, además de las tan conocidas en la actualidad, a principios del siglo XX un estadounidense creó una dieta que consistía en masticar y escupir (Las dietas más extrañas de la historia) y por la misma época se publicitaba otra en la que había que tragar huevos de lombrices "solitaria", que ya se encargaría la lombricita (que podía llegar a medir hasta 9 metros y producir unos efectos nada agradables) de adelgazar a quien la hospedaba. Y lo sorprendente es que tenían sus seguidores, igual que las de ahora. 

Y yo me pregunto si no les resultaría más fácil y agradable hacer una dieta equilibrada en la que pudieran comer de todo y con la que -además- mejorarían su estado de salud, pero parece que hay quienes disfrutan sufriendo con la moda y arriesgando su salud hasta límites insospechados.

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